JACOB
Esaú era el hijo preferido de Isaac pero Dios escogió a Jacob, el menor, pues Dios se complace en los últimos. Pero Dios es justo y no le quita la elección a Esaú, sino que un día que venía hambriento de trabajar Esaú vende a Jacob su primogenitura por un plato de lentejas calientes. Esaú decide escoger un placer temporal en ese momento antes que una herencia futura maravillosa, depositaria de las promesas de Dios. Este pasaje es una llamada a valorar el tesoro de conocer a Dios y no dejarse llevar por pequeños placeres puntuales, porque finalmente fue Jacob y no Esaú quien heredó las promesas de Dios. Dios respetó la decisión de Esaú: sabéis que más tarde quiso heredar la bendición, pero fue excluido, pues no obtuvo la retractación, por más que la pidió hasta con lágrimas (Hebreos 12, 17). De igual modo nosotros podemos perder la vida eterna si negamos pertinazmente a Dios aferrándonos a los huecos placeres de la vida. Y esa decisión también puede ser irrevocable.
Jacob escapa de Esaú, hasta llegar a Raquel, hija de Labán. Es engañado por su tío, quién le da por esposa a su hija mayor, Lía. Por último, se casa con ambas, además las dos hermanas aportan sus esclavas Zelfa y Bilá. Era común durante este tiempo entregar las esclavas al esposo para tener hijos de sus dueñas (Gen 29, 16-31; 30, 22-24).
De las cuatro mujeres, Jacob tiene 12 hijos, que dan origen a las 12 tribus de Israel: Rubén, Simeón, Judá, Leví, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín. Las 12 tribus representan las bases donde se edifica el pueblo de Dios durante el Antiguo Testamento, posteriormente se reemplazan por los 12 apóstoles en el Nuevo Testamento, de ellos nace la Iglesia.
Después de trabajar 20 años para Labán, Jacob vuelve a Canaan, Decidió volver a la casa de su padre y reconciliarse con su hermano. Así pues, para reconciliarse con su hermano, Jacob envía todos sus bienes y a su familia por delante con la intención de ofrecer regalos a Esaú para calmarlo y reponer parte de lo que en principio iba a ser para él.
La lucha contra Dios
Y Jacob se queda solo. Y estando solo lucha contra Dios toda la noche, como tú y yo luchamos muchas veces contra Él y nos rebelamos contra su voluntad. Pero Dios le venció. Entonces Jacob, reconociendo que efectivamente Dios es más fuerte que él, le pide su bendición. Jacob se decide por Dios, y Dios le bendice y le da un nombre nuevo: Israel.
Historia Jacob, su familia y la lucha que tuvo con Dios.
00:00 Los Hermanos Jacob y Esaú (Génesis 25: 22-26)
04:36 Jacob se roba la Bendición (Génesis 27 al 28)
11:12 Jacob trabaja para Labán (Génesis 29)
14:58 Jacob escapa de Labán (Génesis 31)
21:31 El reencuentro de Jacob y Esaú (Génesis 32 y 33)
Historia José, hijo de Jacob. Un joven que tiene sueños proféticos la cual se hace realidad.
José fue un personaje bíblico. Descendiente directo de Abraham. Fue uno de los hijos de Jacob. Sus hermanos lo aborrecieron por ser el favorito de su padre. Interlocutor directo de Dios: entró en contacto con él a través de los sueños y le envió mensajes que luego él interpretaba. Para deshacerse de él, sus hermanos, lo vendieron como esclavo al capitán de guardia del faraón, a cambio de veinte piezas de plata. Se caracterizó por ser un hombre bondadoso y justo, que jamás se apartó de los lineamientos divinos: fidelidad y respeto al prójimo. Fue enviado a prisión por ser acusado falsamente de querer aprovecharse de la mujer de su jefe. Demostró su habilidad en la interpretación de sueños y se erigió en un incondicional del faraón. Fue designado gobernador de Egipto. Su historia y obra aparece relatada en la Biblia.
La historia nos enseña la importancia del perdón y la reconciliación.
La historia de José, presenta también una visión increíble de cómo Dios soberanamente obra para vencer el mal y llevar a cabo Su plan. Después de todos sus sufrimientos, José fue capaz de ver la mano de Dios obrando. Cuando reveló su identidad a sus hermanos, José habló del pecado de ellos de esta manera: "No os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido aquí; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. . .. no me enviasteis acá vosotros, sino Dios" (Génesis 45:5, 8). Más tarde, José nuevamente tranquilizó a sus hermanos, ofreciendo perdón y diciendo, "vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien" (Génesis 50:20). Las intenciones más perversas del hombre, nunca pueden frustrar el plan perfecto de Dios.
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