El arte es un reflejo de la sociedad y muestra el cambio de
valores. Cuando Lucas Cranach el Viejo nació cerca de Nuremberg a fines del
siglo XV, los cambios importantes eran inminentes. Italia fue influenciada por
el Renacimiento y en Alemania se suponía que Martín Lutero marcaría el comienzo
de la Reforma. Talleres de pintores desarrollados en asociación con los
gremios. El pincel se consideraba una herramienta y la impresión tipográfica
permitía la reproducción.
Lucas Cranach el Viejo se convirtió en un artista exitoso.
Fue nombrado pintor de la corte a una edad temprana. Lucas el Viejo fundó su
propio taller y disfrutó de la libertad de determinar el número de sus propios
empleados. El artista creó una compañía poderosa, disfrutó del aspecto
financiero y la posición social. Wittenberg se convirtió en su centro de vida y
el artista se familiarizó con Martin Luther. A partir de entonces, Cranach se
dedicó a la producción de retablos y pinturas que adornaban las iglesias
luteranas. El artista se tomó la libertad de no firmar sus obras. Un pequeño LC
y luego el sello de su escudo de armas adornan las pinturas y grabados en
madera. Aún no se ha completado una definición clara de todo su trabajo. Para
empeorar las cosas, su hijo Lucas, cuando Cranach el Joven se hizo cargo del
taller y continuó trabajando con la misma firma.
Los pintores italianos del Renacimiento se ocuparon de la
representación del cuerpo humano. Los estudios anatómicos se incorporaron a las
imágenes de los cuerpos e independientemente de la ropa, las proporciones y las
formas del cuerpo se volvieron realistas. Los cuerpos desnudos en el arte
necesitaban contexto. La desnudez de Adán y Eva fue justificada bíblicamente.
Lucas Cranach el Viejo era un maestro de las
reproducciones. Su talento para la impresión le permitió dejar atrás una de las
obras más extensas del período del Renacimiento. Unos 649 trabajos encontrados.
La obra pictórica que da título: El
Jardín del Edén, y del mismo se nos habla en el Génesis, el primero de los libros
de la Biblia, cuya narración nos lleva a conocer el origen del mundo, así como
la creación del hombre, y de cómo Dios plantó un vergel en Edén, un lugar que
se alimentaba por cuatro ríos: el Eúfrates, el Tigris, el Nilo y el Pisón.
Nunca se ha sabido con exactitud la situación de Edén, si
bien se baraja como mayor posibilidad, el país de Babilonia, toda vez que era
el Eúfrates el único río que cruzaba la antedicha zona, en tanto el resto eran
afluentes del mismo.
Fueron los judios exiliados en Babilonía quiénes sobre el
siglo VI a.C. redactaron el Génesis, y los que desarrollaron el mito de un
jardín ancestral.
El Jardín del Edén ha dado pie a muchísimas
interpretaciones, como la que hoy os presento, obra de LUCAS GRANACH EL VIEJO,
(1472-1553) , pintor alemán que toma su apellido de su ciudad natal Kronach, en
la Alemania meridional.
Son pocos los datos que tenemos sobre su biografía si bien
hacia 1500 se instaló en Viena donde entró en contacto con los círculos
humanistas que se formaron en torno a la recién creada universidad.
No obstante, su estancia en esta ciudad fue corta, apenas
cuatro años, más le sirvió para que de su mano vieran la luz sus obras más
hermosas, entre las que abundan retratos, amén de varios trabajos religiosos,
destacando por su visión especial del paisaje, propia de la conocida como
Escuela del Danubio.
En EL JARDÍN DEL EDÉN se nos muestra por parte de Lucas
Cranach el Viejo el Paraíso como un jardín exuberante, lleno de todo tipo de
animales, y en el que podemos observar varias escenas que abarcan la historia
de Adán y Eva: si observamos el óleo, vemos la creación de Adán, el nacimiento
de Eva, a partir de la costilla de Adán, para a continuación, fijarnos en como
ambos son tentados por la serpiente y como esconden su desnudez tras un arbusto
y como son expulsados del paraíso por el arcángel. El eje central del cuadro
nos presenta a la figura de Dios quien les prohíbe comer del árbol de la
ciencia.
Las manzanas, por una parte, simbolizan el pecado original,
y por otra, la superación de la culpa y la redención de los pecados.
En esta sesión hemos trabajado:
- Competencia en comunicación lingüística. La desarrollamos a través de la lectura, comprensión y comentario del texto: «El pecado original».
- Competencias sociales y cívicas. Las trabajamos ayudando al alumno/a a diferenciar entre lo que debemos hacer y lo que hacemos.
- El sentido religioso del hombre. Lo cultivamos comprendiendo la idea de pecado, cuando el hombre rompe su amistad con Dios. Y recibiendo el perdón de Dios, sabiendo que Él siempre está dispuesto a perdonar.
- Competencia en conciencia y expresiones culturales. La cultivamos a través de la lectura de la imagen de “Adán y Eva” del autor Cranach El Viejo.
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