4 de marzo de 2025

FLIPBOOK SOBRE LOS MILAGROS DE JESÚS 3 - INICIAMOS EL TIEMPO DE CUARESMA

La Pesca Milagrosa  (Lucas 5,1-11)

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.





Curación del ciego Bartimeo (Mc 10, 46-52)

46 En esto llegaron a Jericó. Y más tarde, cuando Jesús salía de allí acompañado de sus discípulos y de otra mucha gente, un ciego llamado Bartimeo (es decir, hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. 47 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret quien pasaba, empezó a gritar:

— ¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!

48 Muchos le decían que se callara, pero él gritaba cada vez más:

— ¡Hijo de David, ten compasión de mí!

49 Entonces Jesús se detuvo y dijo:

— Llamadlo.

Llamaron al ciego, diciéndole:

— Ten confianza, levántate, él te llama.

50 El ciego, arrojando su capa, dio un salto y se acercó a Jesús. 51 Jesús le preguntó:

— ¿Qué quieres que haga por ti?

Contestó el ciego:

— Maestro, que vuelva a ver.

52 Jesús le dijo:

— Puedes irte. Tu fe te ha salvado.

Al punto recobró la vista y siguió a Jesús por el camino.



CUARESMA

Este tiempo se llama así porque dura cuarenta días. En la Biblia, el 40 es un número simbólico. Como ejemplos, tenemos los 40 días que duró el diluvio, o los 40 años que pasó el pueblo judío atravesando el desierto hacia la tierra prometida. O bien, los 40 días de oración y preparación que tuvo Cristo antes de iniciar su misión salvadora, ejemplo que nos ilustra de mejor manera lo que debe significar este tiempo.

¿Cuándo inicia la Cuaresma?

La Cuaresma cambia de fecha cada año, por lo que la Pascua no tiene una fecha fija. La Pascua se celebra el primer domingo de luna llena de primavera, lo que significa que esta fecha depende del movimiento de la luna. Una vez que ya se tiene prevista la fecha de la Pascua, se hace la cuenta de los días hacia atrás y así se llega al inicio de la Cuaresma: Miércoles de Ceniza.

¿Por qué nos ponemos la ceniza el Miércoles de Ceniza?

En el pueblo judío, la ceniza significaba penitencia, arrepentimiento, e incluso, luto. De manera que el ponernos ceniza en la cabeza o en la frente es reconocer y expresar nuestro dolor por el pecado. Es decir, que la ceniza tiene un sentido penitencial.

Esto, además, nos recuerda el libro del profeta Jonás. Después de que él predicó a los pecadores, éstos se convirtieron, y para mostrar su arrepentimiento e implorar la misericordia de Dios, se pusieron ceniza en la cabeza.

La ceniza que se nos impone en la cabeza se obtiene de la quema de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior.

¿Qué hacer durante la Cuaresma?

Es un tiempo especial de oración, reflexión y revisión de vida para descubrir qué tenemos que cambiar o mejorar. Pero también es un tiempo para ser más misericordiosos, y es que no basta dejar a un lado la maldad, sino hacer que la bondad supere la maldad.

En concreto, lo que hay que hacer es tratar de cumplir con las tres propuestas que nos hace la Iglesia: limosna, oración y ayuno. También hay que hacer obras de misericordia, tanto espirituales como corporales, para tratar de acrecentar nuestra cercanía con Jesús nuestro Señor.





 



 


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